LA LISTA DE LA QUE NADIE HABLA: LAS FAMILIAS DE LOS DOCENTES MUERTOS POR COVID.
Marcelo Santillan (La viña), Pablo Huertas (El Carril) , Ricardo Burgos (Vaqueros), Teresa Sacarías (Embarcacion) y Jose Mazzuco (Güemes)
La provincia de Salta reportó cinco muertos en la comunidad educativa docente durante la última semana. Cinco familias que han quedado destruidas emocional y económicamente.
El primer caso que sacudió la opinión pública fue el del Profesor Marcelo Santillán, director del colegio del Colegio Secundario Manuel J. Castilla de La Viña y docente del BSPA 7085 de Salta capital. Santillán de 48 años dejo sin amparo económico a su esposa y cinco hijos. Vecinos y compañeros trabajos realizaron marcha en reclamos de la prespecialidad criminal que impone el gobierno.
La luctuosa nomina siguió con la muerte del Profesor Pablo Huertas de la Escuela Técnica 3116 de la localidad del Carril. El fallecimiento generó indignación entre los afiliados de AMET, gremio que nuclea los maestros de escuelas técnicas, ya que su secretario general Eloy Vidal Alcalá, no llamo a ninguna medida de fuerza en defensa de la vida de sus afiliados. “Pablo agonizó por dos meses y nunca recibió la vacuna”, advirtieron sus amigos.
El viernes pasado la localidad de Vaqueros se reportó una nueva muerte. En este caso fue la del Preceptor Miguel Ricardo Burgos quien desempeñaba en la Escuela Secundaria N° 5050. Sus compañeros lo despidieron en las redes sociales denunciando: “Hasta siempre preceptor Miguel. Se contagió de COVID trabajando, no estaba vacunado y ningún docente de este colegio lo está”.
El sábado corrió la noticias del fallecimiento de la Profesora Teresa Sacarías, directora de Escuela Especial N° 7051 de Salvador Mazza y del anexo °7052 de Aguaray. El caso ha generado tal impacto en la comunidad educativa que se están organizando marchas y denunciando el nivel de explotación del personal directivo. Los compañeros de Teresa advierten que ella estaba con carpeta médica por una gripe muy fuerte y que por presión de los supervisores volvió a trabajar y se la veía “muy desmejorada”. El viernes 14 se tuvo que retirar del colegio por su mal estado de salud, volvió en colectivo a Embarcación donde vivía. En la terminal la esperaba su hija que la llevo rápidamente a un centro médico donde repentinamente murió. No sería la primera vez que el gobierno maniobre para ocultar un caso y desinformar. “Hasta ahora no nos confirmaron si fue COVID, Dengue o que le provocó este final. En la escuela estamos muy apenados y preocupados, tenemos familia y queremos saber que pasó” advierten quienes compartían las horas de trabajo con ella. “Lo que sí es seguro que era una mujer sana y muy comprometida con su labor”, remarcan.
La comunidad educativa de Güemes hoy llora la muerte de José Mazzuco, funcionario municipal, coordinador del COE de esta localidad y un muy comprometido joven de 33 años que había dedicado su vida a ayudar al prójimo. Colaboraba con toda la comunidad, pero especialmente los docentes destacan su tarea por promover los cuidados durante la pandemia. “Literal, escuela que lo requería por alguna necesidad institucional, vecino que le pedía algo por una situación crítica, él lo gestionaba, era muy eficiente y servicial”, remarcan los güemenses. Su vida fue de generosidad permanente, incluso a pesar de su origen humilde, ayudo y motivó para que su madre, ya de grande, termine de estudiar la carrera docente y hoy la comunidad educativa abraza fraternalmente a señora Nancy Córdoba de Mazzuco quien ejerce como maestra en Güemes y despide a su hijo, otra víctima de esta brutal pandemia.
Ante el advenimiento de las bajas temperaturas, la aparición de nuevas cepas, el 80 % de ocupación de camas de terapia intensiva y el agotamiento del personal de salud, en pleno pico de la pandemia es importante preguntar: ¿vale perder la vida en la presencialidad para que el gobierno haga su puesta en escena electoral?.